Con la actual pandemia de Coronavirus una cosa ha quedado clara: la gran relevancia que ha adquirido China en el orden mundial. Hoy vamos a hacer un repaso a la historia reciente de este gran desconocido para entender cómo ha llegado a convertirse en una de las superpotencias mundiales siendo un país pobre y agrícola.
En 2019 la población de China era de más de 1400 millones de personas, muy superior a las de Norte América, Sudamérica, Nueva Zelanda y toda Europa occidental juntas. Como si esto fuese poco, en 2018, China fue responsable del 18% del PIB mundial, siendo uno de las mayores exportadores del planeta. Pero… ¿Cómo lo han logrado?
Tomaremos como punto de partida la Segunda Guerra Mundial. En este conflicto, China y USA son aliados contra Japón. Una vez que este último es derrotado, China sufre una guerra civil entre los nacionalistas, apoyados por EE.UU, y los comunistas encabezados por Mao Zedong. Finalmente, la contienda se salda en favor de los comunistas que imponen la autarquía financiera y alimentaria, la compartición de la riqueza y un aislamiento del resto del mundo.
En 1958 se anima a abandonar el campo y trabajar en las fábricas que se están construyendo para transformar un país agrícola como el de aquel entonces en uno más industrial y competente. Asimismo, se inicia una revolución cultural para fomentar el pensamiento único y se castiga a disidentes enviándolos a campos de concentración. Los grupos paramilitares atacan a la burguesía y se producen grandes hambrunas y crisis por todo el país. Mientras que todo esto ocurre en China, el resto del mundo decide mirar para otro lado.
Para el año 1960, la economía de China alcanza los 59.000 millones de dólares mientras que la de Estados Unidos va por los 543.000. Todavía se encuentra muy lejos de alcanzar al país capitalista.

12 años después, USA aprovecha el cisma que se da entre China y sus socios de la Unión Soviética para acercar posiciones. Mao tiene la voluntad de abrir el país si esto trae un beneficio para su pueblo.
En 1976 se produce la muerte de Mao. Su sucesor será Deng Xiaoping. Este nuevo líder tendrá una voluntad férrea de no renunciar a un ápice de poder, a la vez que pretenderá realizar la apertura que Mao inició. Deng será conocido como el «Arquitecto General de Reforma y Apertura». Para el año 1979 se inicia el Programa de Reforma Económica y se crean 4 Zonas Económicas Especiales (ZEE) que tendrán unas reglas diferentes a las del resto del país comunista. Estas áreas podrán exportar bienes y negociar con las fábricas de los países capitalistas. El objetivo es atraer la inversión extranjera y que estas zonas actúen como motores económicos para el resto del país.
Es entonces cuando empiezan a levantarse ciudades de la nada en pequeños pueblos para convertirse en estas denominadas ZEE. China ve que esta idea es un éxito y empieza a replicarlas en más zonas del territorio. Las ZEE aprovechaban la mano de obra tan barata que había en la época y la productividad se disparó muchísimo. A lo que en otros países se le llamaría Capitalismo, en China será denominado como «Socialismo con Características Chinas«. Realmente curioso.
En el año 1989, los estudiantes empiezan a protestar para demandar democracia, libertad de expresión y libertad de prensa. Sin embargo, el gobierno Chino no estaba por la labor de alterar su sistema de gobierno y reprimió a los estudiantes con crudeza. Este suceso será conocido como «La Masacre de la Plaza de Tiananmén«. El gobierno manda un mensaje muy claro: ser amable con aquellos que quieran ganar dinero y ser intransigentes con los que quieran más libertades.

Un año después se reabre la bolsa de Shanghái y se desata la fiebre bursátil. Las empresas extranjeras empiezan por entonces a abrir sucursales en el país asiático y a introducir productos de novedosos y muy codiciados. Estos productos foráneos de lujo serán considerados de alto estatus y tendrán una fuerte demanda que no se verá satisfecha por sus altos precios. Es entonces cuando surgen las tan famosas imitaciones chinas para satisfacer el reclamo del pueblo. Los productos falsificados llegan a ser el 8% del PIB chino.
Para finales de los años 90, el éxito económico de China es innegable y los ideales por los que se produjo la masacre de Tiananmén quedan en el olvido. El aumento de los salarios y del nivel de vida se encargan de ello.
En el año 1998, China se une a la Organización Mundial del Comercio gracias a la ayuda de Estados Unidos. Para ese año, la economía del país asiático alcanza el billón de dólares mientras que los estadounidenses van por los 9.
Finalmente, nos trasladamos hasta el año 2008. Esta fecha es bien conocida por el gran desastre económico que se produjo. En China se vieron obligados a cerrar miles de fábricas y se generó una gran incertidumbre. En cambio, la cartera del Estado era muy abultada y se autorizó un rescate de 536.000 millones de dólares para solventar la solución. Es así como China se recuperó rápidamente de la crisis mientras que otros países han tardado años en hacerlo. En este punto, el país asiático decide invertir en países lejanos en vías de desarrollo, creando un gaseoducto que viene desde Turkmenistán hasta China, o la ruta de la seda que llega desde ese país hasta Londres.
Para 2018, China ya se acerca vertiginosamente a USA y la pregunta no es si alcanzará al país americano, sino cuándo lo hará. Según las predicciones para el año 2025 podría darse esa supremacía china, pero la situación de pandemia actual podría haber adelantado los acontecimientos. Hay que tener en cuenta que, aunque el virus naciese en China, este país ha sido el que mejor se ha recuperado y ha sacado provecho vendiendo todo el material sanitario al resto de países afectados.
Como decía al principio del artículo, una cosa está clara: al igual que a finales del siglo XIX quedó claro que Estados Unidos iba a ser uno de los principales actores en el orden mundial, ahora queda igual de claro que China ha llegado para ser superpotencia mundial.
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