CÓMO LAS EMOCIONES AFECTAN A TU CUERPO

Todos conocemos y hemos experimentado sensaciones tan diferentes y únicas como el sufrimiento, el amor, la felicidad, la rabia, la tristeza… Pero, ¿alguna vez te has pregúntado cómo estas emociones pueden afectar físicamente a tu cuerpo?

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Recientemente he comenzado a leer el libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman y la verdad, es que me está gustando muchísimo para lo poco que llevo. Una de las partes que más me ha llamado la atención, y por ello me he decicido a traerla al blog, es el cómo las emociones afectan físicamente a tu cuerpo. Así que voy a ayudarme un poco de esa parte del libro para explicaros esto.

Como he mencionado en la introducción, todos hemos sentido distintas emociones similares en nuestra vida, pero cada uno la ha experimentado de una manera. Mi tristeza no es igual que la tuya, porque intervienen distintos factores culturales, circunstanciales y los motivos que la originan. Con el resto de emociones, pasa exáctamente lo mismo. Aunque a la hora de sentirlas físicamente, si son más parecidas entre las distintas personas debido a que muchas de estas emociones están arraigadas en nosotros por puros mecanismos de supervivencia primitivos que porta nuestra especie.

Por ejemplo, el enojo o enfado, aumenta el flujo sanguíneo a las manos, haciendo más fácil empuñar un arma o golpear a alguien. También aumenta el ritmo cardíaco y hormonas como la adrenalina. Estos dos componentes unidos, generan la energía necesaria para cometer acciones tan atrevidas.

En el caso del miedo, la sangre se retira de la cara (lo que explica la palidez y la sensación de frío) y fluye hacia la musculatura esquelética más larga, como las piernas. Esto se produce para facilitar la huída en caso de peligro. Asimismo, puede darse el caso de que tengamos un breve instante de titubeo, en el que nos pregúntaremos si es mejor esconderse antes que huir. Como mencioné antes, las emociones pueden ser distintas en grado e intensidad, pero no difieren tanto en cuanto a las respuestas fisiológicas que nos ofrecen.

La felicidad produce un aumento en la actividad cerebral que, como consecuencia, genera la inhibición de sentimientos negativos y la eliminación de la sensación de preocupación. Al mismo tiempo, esto hace que nos sintamos más enérgicos. En este caso, no hay una respuesta fisiológica como tal, más allá de un estado de tranquilidad y relajación que hace que nos recuperemos mejor de la excitación biológica provocada por las emociones pertubadoras.

El amor, los sentimientos de ternura y satisfacción sexual activan el sistema nervioso parasimpático (el opuesto a la respuesta de lucha o huida) favoreciendo el estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia.

Por último, la tristeza nos ayuda a asimilar una pérdida irreparable. Este sentimiento provoca la disminución de la energía y el entusiasmo. Cuanto más se acerca esta a la depresión, más lento se hace nuestro metabolismo. Pero lo interesante de esto, es que esta disminución de energía nos provoca que decidamos refugiarnos en entornos donde más seguros estemos como una especie de mecanismo de defensa primitivo de los seres humanos. Es decir, la tristeza hace que te refugies en un sitio donde sabes que no te van a poder hacer daño o te sientes más seguro.

Sin duda, las emociones son un campo complejo y amplio, sin embargo, es curioso que casi todas estén cortadas por el mismo patrón primitivo de determinadas respuestas fisiológicas que se basan en mecanismos de supervivencia.

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